Zapatero se encuentra entre la espada y la pared. Sus patéticos intentos de recuperar una credibilidad que nunca ha tenido, de ir capeando el temporal para ver si los mercados se calman se han saldado con un monumental fiasco.
La espada de Damocles del rescate a Portugal y España que se pensó que se iba a disipar como lágrimas en la lluvia, no han hecho sino aumentar de manera exponencial. A día de hoy, cualquier panorama imaginable -sea o no el rescate- exigirá un nuevo y durísimo ajuste. Serán necesarias nuevas medidas de recorte del gasto público, aunque Zapatero siga tocando el solo de trompeta negando la evidencia.
Los inversores internacionales han decidido cerrar el grifo del crédito a los bancos y las empresas españolas, lo que pone a España en una situación de máximo riesgo.
El aumento de la desconfianza en la solvencia de la economía española provoca que la prima de riesgo (el diferencial entre el bono español a 10 años y el alemán) siga disparándose y situándose en máximos históricos día tras día.
Los ejemplos griego e irlandés dejan bien a las claras como es Bruselas a la hora de imponer sus condiciones, desde el despido de funcionarios hasta la reducción de sus salarios, pasando por subidas de impuestos.
Por que otro factor que alarma en Bruselas y que se suele pasar de puntillas, es la morosidad oculta en los balances de los bancos y cajas de ahorros, derivada del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y que ha sido maquillada con la inestimable ayuda del Banco de España, manoseado por el Gobierno Zapatero.
Y los malos pronósticos de Bruselas añaden más incertidumbre a la montaña de las ya existentes.
La Comisión Europea deja con las vergüenzas al aire las estimaciones de crecimiento para el año que viene del Gobierno Zapatero y rebaja a la mitad sus pretensiones.
Y es que las estimaciones zapateriles son como una mesa de juego, una quiniela, una tómbola dónde la falta total de acierto y de credibilidad quedan de manifiesto.
De momento, el exigente calendario que le espera a Zapatero pasa de forma ineludible por reformar las pensiones aunque no consiga un consenso con el PP dentro del Pacto de Toledo.