Las reuniones familiares, el turrón, los regalos, las luces, las uvas, .... todo vuelve por Navidad. Este año, también los atentados de ETA, vuelven por Navidad.
29 de diciembre: estamos mejor que hace un año, y peor que dentro de un año. No hay "accidentes mortales", ignominiosa fórmula para referirse a los atentados con víctimas mortales; ¿o es que Pere Navarro, o los sindicatos, nos engañan con las cifras?.
Previamente, dimisión del tercero del CNI ante la falta de atención prestada a sus advertencias sobre la altísima probabilidad de producirse un atentado etarra.
30 de diciembre: atentado etarra en el aparcamiento de la T4, entre 500 y 800 kilos de explosivo. Resultado: dos "desaparecidos" (léase "muertos"), decenas de heridos, daños materiales incalculables, toneladas de escombros.
Hemos tenido violencia etarra, durante los pasados meses, en las personas y en las cosas. Gobierno: es de baja intensidad, no hay muertos, y continúa la negociación. Ahora, hay muertos. ¿Reacción del Gobierno?, tampoco se rompe la negociación. Sólo se suspenden las iniciativas de diálogo; ¿entonces, continúa el diálogo si la iniciativa es etarra?, ¿qué condiciones son necesarias para volver a la persecución de la banda terrorista tal como se hacía antes de la idea zapateril de la rendición negociada?, ¿mayor número de muertos, nuevos atentados?.
El Presidente afirmaba el 29 de diciembre que estaríamos mejor. ¿Nos mentía sobre la situación, o la desconocía?. Cualquiera de las dos posibilidades es grave: la primera, no hace falta explicarla; la segunda, es poco creíble -tras la dimisión del miembro del CNI-, pero, si así fuera, siento pánico al pensar que estamos absolutamente desprotegidos por la incopetencia del Presidente y del Ministro del Interior.
Si, a partir de ahora, no se modifica nada en la actuación del Presidente ni del Ministro del Interior, me veré obligada a sentir que ni España ni los españoles les importamos, que nuestras vidas y nuestro futuro son sacrificables para pasar a la Historia como el "príncipe de la paz". No, Presidente, no podemos tener más fe en esta negociación; ETA ha vuelto a dejar claro que, salvo que consiga sus inmutables objetivos, no renunciará a las armas, a la muerte de otros, a la extorsión, al liberticidio. Y usted no tiene ninguna legitimidad para entregarles lo que quieren, y ninguna legitimidad para ponernos en la situación en que nos encontramos.
Usted afirmaba que han iniciado un camino que no lleva a ninguna parte. Pues bien, no les acompañe en ese camino. Le exijo, como ciudadana española, que vuelva a la Ley de Partidos y al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo: que Otegi y sus secuaces no puedan dar ni una rueda de prensa más, que desaparezca la kale borroka, que todos los partidos rechacen cualquier diálago con ETA, porque no cabe diálogo alguno.
De lo contrario, y dado que coincide con Otegi en no dar por terminada la negociación, tendré que colegir que está más cerca de los terroristas que de las personas libres, de bien, y que queremos la libertad en el País Vasco y en el resto de España, que estamos reclamando que finalice dicha negociación y pase a la acción llevada hasta ahora, que ha sido la que ha mermado a los etarras eficazmente.