Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Éso es en
teoría, pero la realidad , es que mucho antes de llegar las condenas de los
tribunales, los imputados ya tienen su propia pena de telediario.
¿Recuerdan el
'El caso Wanninkhof'?. ¿Recuerdan a aquella pobre mujer,
Dolores Vázquez, declarada culpable del asesinato de la joven Rocío
Wanninkhof y cuya inocencia quedó posteriormente probada al encontrarse
al verdadero asesino, un individuo británico llamado Tony King?.
¿Recuerdan aquel linchamiento constante en todas las tertulias televisivas, en aquellos programas especiales donde ahondaban en la más nauseabunda letrina del
amarillismo?. ¿Recuerdan aquella multitud que se agolpaba en la puerta del Juzgado y le gritaban a Dolores Vázquez «fea, lesbiana y asesina»?
Desde entonces, otros casos han tenido el juicio paralelo de los medios de comunicación. El proceso contra el torero
Ortega Cano, el caso de
José Bretón o el asesinato de
Asunta, son continuación de la aberración que supone este linchamiento a través de los medios de comunicación.
Tertulianos, supuestos expertos, "testigos", siquiatras... se solazan en el barro entrando en valoraciones jurídicas sobre los supuestos hechos acaecidos y sobre la conducta de las
personas imputadas, hasta el punto que los medios de comunicación ejercen el rol ante la
opinión pública de fiscal y juez. Las valoraciones del caso van
in crescendo según discurre el proceso,
utilizando de forma sesgada y parcial, cuando no torticera, la información que se deriva del proceso
judicial en curso.
Incluso se ha llegado al esperpento de ver
en a programas “de telebasura” en los que se debaten procedimientos judiciales, a periodistas y personajes del corazón vertiendo "opiniones y valoraciones" -es un decir - jurídicas, sin sonrojarse y sin el menor atisbo de vergüenza torera.
Hay incluso ocasiones en que la marea de "informaciones" va más allá y se filtran actuaciones o diligencias de un sumario que ha sido declarado secreto por el juez, o se
publican informaciones manipuladas o falsas para
desprestigiar a alguno de los imputados. No cejan en su empeño hasta el punto en que hay programas que han "interrogado" a partes del proceso, incluso a testigos y peritos de forma paralela al transcurrir del juicio oral, condicionando de manera evidente la
decisión del jurado popular.
En Italia o Portugal, paises vecinos, las leyes de procedimiento penal limitan al
máximo las informaciones sobre sumarios secretos y otras investigaciones judiciales. En Francia, una ley del año 2000 establece duras restricciones al derecho de información, sancionando con elevadas multas la publicación de imágenes de personas
detenidas o esposadas.
En estos tipos de programas se recurre al
sensacionalismo, que es la mezcla de información y espectáculo
incumpliéndose así con lo dispuesto en Código europeo
de la Deontología del periodismo y que sostiene que “en el periodismo no se debe mezclar
lo conflictivo o espectacular con lo importante desde el punto de vista
informativo”.
Aquí todo vale. Desde pisotear la presunción de inocencia al linchamiento televisivo del imputado.
No han aprendido nada de lo sucedido con Dolores Vázquez.
natpastor@gmail.com