Si se analiza la trayectoria del Gobierno socialista de modo global a través de una visión integral de sus decisiones, leyes, afirmaciones y propuestas se puede llegar a la conclusión de que la trayectoria es más peligrosa de lo que parece si se consideran aisladamente.
Todos los movimientos realizados constituyen avances en una dirección: destruir el Derecho Natural, que nada tiene que ver con el calentamiento del planeta, la contaminación o la extinción de especies. El Derecho Natural no es sólo la fuente de la que bebe nuestro ordenamiento jurídico, también inspira la idiosincrasia de todo un pueblo, al margen de la política, dado que su existencia es anterior, previa a su plasmación jurídica concreta. Es una filosofía vital que, en el caso español -como en casi todo el europeo-, procede de los presupuestos judeo-cristianos. En ese Derecho Natural se encuentra la explicación al reconocimiento de derechos civiles individuales como la vida o la libertad, o la indulgencia que suponen la limitación y reducción de penas o la reinserción social de presos previstas por el Código penal (compárese a tal efecto con los planteamientos calvinistas de los sistemas anglosajones).
Múltiples pruebas, en apariencia inconexas, materializan esta idea cuyo objetivo final es la subversión de este Derecho Natural por otro que consagre la anteposición del Estado al individuo. El Estado es quien crea, rige, controla, modela, dirige, reconoce o no..., el origen y el fin, la justificación de todo; la política es la madre de todo y de todos. Y eso es totalitarismo, absolutismo en estado puro.
Se empieza con el lenguaje, una vez más. Ya no somos personas, españoles, el pueblo; ahora somos ciudadanos, es decir, la esencia individual de la propia existencia se diluye en favor de una entidad política. Somos en cuanto que seres políticamente reconocidos, creados por el Estado. Y la pérdida total de identidad individual es semánticamente más acusada cuando pasamos a ser esa masa informe e indeterminada que denominan ciudadanía, el súmmum de la progresía.
El Ejecutivo Zapatero identifica, además, el Estado con el Gobierno. De ahí su afirmación relativa a que quien critica al Gobierno, o más aún, a los socialistas, ataca al Estado (concepto político ideal para la tarea y preferido por los nacionalistas para referirse a España, la Nación o el país).
En esta línea se funda la Educación para la ciudadanía. Sin ella, no se es ciudadano, por tanto, tampoco se adquiere entidad (tendremos que hacer cursos de adaptación y reciclaje). Marina propone el gran proyecto ético -como el Proyecto Simio-, basado en que la ética es aquello que el Estado configura como tal, una ética (ya no hay moral, es poco progre) estatal y laica.
Pero no queda ahí, lo anterior enlaza con el Espíritu de Ermua. Hoy es el aniversario del cruel asesinato de Miguel Ángel Blanco y también del atentado contra el hotel Corona de Aragón. Sólo han transcurrido diez largos años y ya se está mintiendo. La explosión colectiva que ocasionó la convulsión de la noticia del secuestro y muerte con fecha fija de un inocente más (porque todos los muertos y heridos lo son) no fue lo que se dice que fue, hay que adulterarlo y aniquilarlo porque nació de la espontaneidad desinteresada de los individuos -por Derecho Natural- y no de los políticos que ven afectados sus mezquinos intereses por dicho Espíritu. El contenido que se intenta desnaturalizar se cifra en lo siguiente:
1. Unidad. No cualquiera, unidad para derrotar a ETA. Unanimidad social -que asumen los políticos por la presión y claridad del mensaje- en relación a utilizar la ley, la justicia, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para acabar con los terrorristas, sin contemplaciones, sin contemporizaciones. No la media verdad -en consecuencia, mentira- de la simple unidad que arguyen socialistas, nacionalistas, comunistas y medios como El País.
2. Víctimas. La población, acostumbrada a los atentados, se percata de la inocencia de todas las víctimas. El anuncio del asesinato de Miguel Ángel hace patente que todos los anteriores fueron igual de viles, fríos e injustos, aunque desconociéramos cuándo se producirían. Se plantea ¿por qué él? y se aplica automáticamente a los ya asesinados, tomando conciencia de que cualquiera podría haber sido el elegido, no había criterios para la selección de víctimas. Todos éramos Miguel Ángel, todos éramos víctimas.
3. Nada a cambio. No únicamente precio político, ninguno. Exigían el acercamiento de presos (no la siempre presentes tríada) y la sociedad al completo dijo NO. Porque nada les debemos, antes al contrario, la deuda es suya. Aunque ya entonces, González, hablara de generosidad.
De nosotros depende la pervivencia de estos principios. Mientras esté la familia de Miguel Ángel Blanco, les apoyemos y sigamos recordando por qué no se puede negociar nada con terroristas, permanecerá el Espíritu de Ermua. Que no es más que la negativa de una sociedad a rendirse, entregar la victoria y subyugarse a unos asesinos. Es nuestra responsabilidad y no es delegable en los políticos. Si abandonamos, seremos igual de culpables.
Fernández de la Vega, al parecer, contactó con la familia Ruiz-Mateos al producirse la encarcelación del fundador de Rumasa para asegurarles que ellos no habían sido. Excusatio non petita. Reconocimiento de la causa política que provocó la expropiación y de que saben que sabemos que son capaces de cualquier cosa. Viene a cuento por las numerosas detenciones de etarras en los últimos días. Pero no se había bajado la intensidad policial..., ya. Las producidas en Francia entiendo que se deben a que allí no están dispuestos a que la situación devenga en la vivida en España. Las de aquí, con tanto aparato, tanta casualidad y tanta repentina torpeza euskaldún, no me extrañaría que fueran un evitar a toda costa sangría electoral por hemorragia de atentados, pero si ganamos seguimos negociando, que para eso hemos hecho el "gesto" de apartarnos de los actos de conmemoración de Ermua, cuyo Espíritu estamos desnaturalizando para crear uno nuevo en el que integraros junto a los nacionalistas y comunistas.