Me parecen ejemplares personas como Rocío Dúrcal, Rocío Jurado y Paquito Fernández Ochoa. Las cito por su popularidad aunque, como ellas, hay otras muchas. Tres personas que han demostrado una fuerza vital, una entereza, una alegría ante la adversidad, un aferrarse a la vida aun sabiendo que la muerte rondaba muy cerca, que anulan los argumentos de aquellos que se empeñan en intentar convencer de que vivir el proceso de la muerte -léase enfermedad terminal- con dignidad, consiste en aplicar la eutanasia. Estoy con ellos, hay que luchar hasta que el corazón se niega a seguir latiendo.
Casos sobrecogedores, casos incurables, casos sobrecargados de dolor, casos en los que enfermos sufren inefablemente, sí, pero, muchas veces, la interrupción de su vida se produce por la "comodidad" de los familiares. Es duro, tremendamente duro, tener un deudo en estado vegetativo, desgasta mucho, y resulta muy fácil tirar de unos cables para quedarnos tranquilos. Puede ser el propio enfermo quien decida la desconexión, por agotamiento, porque no quiere sufrir, por haber perdido la esperanza de la curación y por carecer de la esperanza de una vida eterna. Nos han, o nos hemos, acostumbrado a eliminar de nuestro entorno todo aquello que suponga sufrimiento, dolor, pesar, que no sea bello y estupendo; y la vida, no es así. La vida, el mundo, sólo son completos con lo bueno y lo malo que hay en ellos.
Además de los rasgos comunes antes citados, los tres ejemplos mencionados compartían otro: una profunda fe. Quizá tenga algo que ver con su actitud ante la enfermedad. Quizá estos políticos que se afanan en eliminar la religión de la esfera pública y, si es posible, de la privada, tienen la necesidad de hablar de dignidad en el proceso de la muerte porque va todo ligado. Pero es muy peligroso, ya conocemos el caso del doctor Montes, y puede haber médicos que, jugando a ser dioses, decidan cuánto tiempo debe vivir una persona. Si se decide aplicar la eutanasia, a través de testamento vital o no, será imprescindible que se apliquen férreos controles que impidan situaciones como la actual práctica abortista en tropel de fetos de seis y siete meses, con total impunidad al amparo de un evidente fraude de ley.
Quien carece del don de la fe no puede entenderlo. Quien goza de una fe más o menos profunda, disfruta de una esperanza ilimitada, que se fortalece en estos casos. Se acepta, se afronta y se consigue transmitir a los demás una fuerza y una alegría que les obliga a aprovechar, a agradecer y a bendecir cada segundo que su familiar permanece vivo, aunque esté en estado vegetativo. Está ahí, lo tienen consigo, sufren con él.
¿Creen los que hablan de muerte digna, que Dúrcal, Jurado o Fernández Ochoa no vivieron con dignidad el proceso de su muerte? ¿o aquellos que permanecen inconscientes y conectados a una máquina?. La dignidad, en la vida y en la muerte, no está vinculada para mí a unos cables o una dependencia, está relacionado con algo de mayor profundidad: cómo se vivan todas las circunstancias vitales propias y ajenas; el que es digno, lo hará con dignidad.
Lo que resulta más irónico es que haya políticos, o no, empecinados en proteger la vida de alguien como De Juana Chaos y se alarmen por su huelga de hambre; en prohibirnos fumar y penalizarnos por ello, estigmatizando al fumador; etc., etc., y sean los mismos que después te invitan y te facilitan el camino hacia la muerte, con la eutanasia o el aborto. Un poco más de congruencia: si se protege la vida, se protege ese bien absoluto, no en función de elementos relativos. No cabe mostrarse tan protector y simultáneamente enviar el mensaje de "quien quiera morirse, que se muera". Admito la existencia de supuestos extremos, pero no las vías abiertas sin control.
Ya que he citado a De Juana Chaos, puede haber decidido vivir dignamente su huelga de hambre, incluso si le llevara a la muerte, que consecuentemente viviría con dignidad. ¿No le respetan esa libertad de elegir lo que hace con su vida?. No, porque no se trata de proteger una vida. Da asco. Y les pregunto también, ¿creen que hubo dignidad en el proceso de la muerte de Miguel Angel Blanco?
5 comentarios:
Maravilloso post,querida Natalia.
Lo suscribo de cabo a rabo.
Por cierto,el Santo Padre Juan Pablo II, nos dio a todos los hombres,y en especial a los católicos una lección ejemplar sobre como afrontar la muerte desde la fe en el Señor.
La progresía vive en una contradicción absoluta,en un caos ideológico tal,que le hace entrar en conflicto permanente,como bien señalas,Natalia,hasta en un concepto como es la vida.
Estos mismos progres que aplauden al doctor Montes,colega de Mengele,que asumen 85000 abortos(asesinatos)al año en España,son los que coléricos y en manifestación,se posicionan contra la pena de muerte,aunque el ajusticiado sea un terrorista o un violador con quince crimenes a sus espaldas.
Estos ejemplos de izquierda moralizante,son los que critican al Gran Satan por Guantánamo,pero justifican enfervorecidos las cárceles de Castro,que para eso el tito Fidel es de los nuestros.
Asi las cosas,para esta caterva la muerte se ve desde la perspectiva de Ramón Sampedro,un héroe y un ejemplo a seguir,o desde la muerte de Paquito Fernández -Ochoa,católico,presumiendo de español,madridista y padre y esposo ejemplar.
Nada que destacar por tanto.
Demasiado rancio para glosar sus virtudes,en la España zapateril que nos toca/condena vivir.
Malos tiempos para las elegías.
CODA:
Pronto veremos,si esa rata de De Juana sigue con la huelga,manifestarse a todos los progres por los derechos hhumanos del asesino.
Eso si;de los veinticinco asesinados que estan en el cementerio,ni palabra.
Tiempo al tiempo.
Es cierto lo que comentas,gutiforever,sobre las diferentes ópticas que se utilizan a la hora de afrontar el concepto de la vida humana.
Y el dato de los 85000 abortos,que se asumen desde el MInisterio,el Gobierno y gran parte de la sociedad,como algo normal,es una auténtica atrocidad.
Desde luego no será por falta de información.
Lo que es cierto,es que la civilización occidental,tanto en los Estados Unidos como en Europa,el concepto "muerte digna" se ha transformado,de una manera peligrosa,hasta convertirse en un sinónimo de "eutanasia".
Y llegados a este punto,se abren terribles expactativas a la hora de quien,como,y en base a que preceptos se decidirá que el ciclo vital de una persona ha llegado a su fin.
El tema que nos plantea Natalia,es de una gran complejidad,y que puede (y debe)afrontarse desde ineludibles principios éticos y morales.
Lo que comentas, sempietnos, es cierto; aún más,esa degradación de los valores que han sido los cimientos de la civilización occidental,se ven en situaciones como la actitud ante el islamismo,como han denunciado Henry-Levy o la Fallaci.
Eso si;la degradación es mayor en Europa,donde los efluvios progres han podrido los pilares con más virulencia,que en USA.
Mas que nada,por que la auténtica America,no es Nueva York,L.A, o San Francisco,sino la "deep",los pueblos,estados como Texas o Illinois,Iowa,Arizona,inmunes a la retórica intelectualoide de izquierdas,proveniente de la vieja y enferma Europa.
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