El tripartito que va a gobernar en Cataluña es una demostración más de la partitocracia que rige en España. Lo quieren disfrazar de democracia, así lo llaman, como si el simple apelativo respondiera a la realidad. Los políticos en general, y más acentuadamente la izquierda, consideran apropiable e interpretable la voluntad popular, de manera que los ciudadanos expresan un rechazo absoluto al tripartito, y ellos lo configuran. Su voluntad, sus ansias de poder -las montillescas especialmente, ¿pasar de ministro a nada en la oposición?, ¡ja!- , están por delante y por encima de cualquier otra cosa.
El resultado puede ser legal, pero, a mi juicio, no es legítimo ni democrático. Los catalanes han votado mayoritariamente a CiU y no se ha respetado. Es la segunda vez que le hacen la jugada y, aunque no tengo especial simpatía hacia ese partido, no me parece aceptable. Siempre igual, se vota y luego resuelven a su antojo; y no lo hacen sólo con los resultados electorales, también se constituyen en portavoces del sentir y el pensar de los ciudadanos, haciendo afirmaciones de cuál es nuestra voluntad o pensamiento con relación a cuestiones varias (estatutos, negociación con ETA, etc.) que, curiosamente, siempre coincide con la suya. No preguntan y lo saben, ¿tienen a Rapel en nómina o qué?.
¡Dirigentes del PP!¡Arenas!. ¡A ver ¿cómo interpretarán y aplicarán el Estatuto de Cataluña desde el tripartito?!. Teniendo en cuenta la interpretación de la voluntad de los votantes de Cataluña y el reparto de Consejerías, los que viven en tierras catalanas lo llevan claro. Y es que eso es lo que ocurre cuando las cosas se hacen mal. Parecido es el problema del Estatuto de Andalucía, que no estriba únicamente en lo que dice, también en cómo lo dice porque, aunque Juan Manuel Albendea considere jocosamente que no era un concurso de juegos florales, los errores sintácticos conllevan imprecisión, inexactitud y, en consecuencia, diversas interpretaciones, algo así como la voluntad popular según el tripartito. Dado que Arenas tiene las mismas posibilidades que Piqué de ganar las autonómicas, me espanta la interpretación que del Estatuto de Andalucía pueda hacer el PSOE.
Lo más desesperanzador es que ningún, repito, ningún partido tiene la intención de modificar la Ley Electoral, cuando resulta imprescindible, para constituir una verdadera democracia, introducir listas abiertas (¿qué sería de los secretarios de organización, eh Pepiño?) y respetar la mayoría prohibiendo expresamente los pactos o sometiendo a nueva votación esas alternativas. Los políticos se consideran más creativos interpretando, bien papeles, bien voluntades ajenas, bien leyes. Ahí tenemos a Sánchez Monteseirín, interpretando que la disciplina de partido prima sobre la voluntad de la familia Jiménez Becerril, sigue presidiendo la fundación que lleva tal nombre, a pesar de la abierta oposición de la familia a la negociación con ETA. ¡Sigue sin dimitir!.
Por cierto, Instituciones Penitenciarias se suma a esta labor de intérprete y ya tiene comprado y congelado pan de molde suficiente para que De Juana Chaos haga la huelga de hambre, según su interpretación de la misma.
1 comentario:
La partitocracia es un mal endémico,que acabará pudriendo la esencia de la democracia.
La abstención es el arma que le deja el sistema al ciudadano para desactivar esta falacia que se convoca cada cuatro años.
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