
No se engañen. Después de que el Parlamento griego aprobase ayer el plan de austeridad que le reclamaban la UE y el FMI, sólo se trata de un parche temporal para que el país pueda hacer frente a los pagos de deuda más inmediatos, y que no resuelve el problema esencial, que es la situación de insolvencia en la que se encuentra Grecia.
En 2010 el Eurogrupo, el BCE y el FMI aprobaron la concesión de ayudas por importe de 110.000 millones de euros en tres años para evitar el colapso económico heleno.
A cambio, el Gobierno griego se comprometió a imponer un draconiano programa de recortes que incluía reducciones en los sueldos públicos y en las pensiones, junto con un aumento del IVA, de los impuestos especiales y de las tasas a las empresas.

Poco más de un año después, otro durísimo plan de ajuste ha desbloqueado los 12.000 millones que quedaban del primer paquete de ayuda.
En este blog yo ya anuncie que ese primer ajuste sería insuficiente y que incluso perjudicaría el crecimiento del país y desestabilizaría a corto plazo la Eurozona. No nos equivocamos.
Este segundo plan de ajuste evita -de momento-, la bancarrota helena, "compra tiempo" para establecer las bases sobre el futuro del euro y tranquiliza momentáneamente, a unos mercados de deuda que estaban de los nervios.
Los griegos deben aprovechar este periodo para reconstruir una economía nueva que les permita afrontar el futuro, y abandonar el modelo que les ha llevado a la ruina. El socialista Papandreu ha dilapidado más de un año retrasando las decisiones que sabía que le serían impuestas por Bruselas, ignorando los consejos de la oposición conservadora -¿les suena?-.
El plan aprobado ayer por el Parlamento griego cuenta con una medida fundamental: un programa de privatizaciones por el que el Estado griego prevé recaudar unos 50.000 millones de euros en los próximos cuatro años. Todo está venta. Menos la Acrópolis. Y de momento...
Es evidente que Grecia necesita una reestructuración de su deuda. Por eso, el acuerdo al que llegó Sarkozy con los bancos franceses -que a grandes rasgos consiste en canjear bonos a corto plazo por otros a más a largo plazo con una quita- tiene como objetivo permitir a Grecia centrarse en inversiones a largo plazo, capaces de fomentar una recuperación duradera y no cortoplacista.

¿Será está la solución definitiva para conseguir que Grecia salga del pozo?. La respuesta es NO.
La UE necesita urgentemente rediseñar sus órganos de decisión. Es necesario un Gobierno económico europeo que sea capaz de imponer a todos los países miembros una política común en asuntos clave como la política fiscal, presupuestaria o laboral.
O se ponen manos a la obra y se centran en ello, o peligrará la supervivencia del euro.
julioandradas@gmail.com