
La manifestación convocada por los sindicatos CC.OO. y UGT bajo el lema "Que no se aprovechen de la crisis. El trabajo lo primero. Por el diálogo social" me recordó a
El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl. Y no sólo por la profusión de banderas y una escenografía de
"Brigadas Obreras" sacadas de otra época, sino por el tono de los discursos enraizados en la bufonería marxista.
Las expresiones fervorosas de sindicalismo decimonónico, la conversión en chivo expiatorio del enemigo,- ese empresario demonizado como causante de la crisis -, la alianza entre gobierno y
titiriteros, el omnipresente
"intelectualismo garbancero" que encarnan bufones como Wyoming,... dejaban una impronta de protomarxismo castrista
demodé que resultaba entre patético y cómico.
Al final fueron cuatro gatos,-
32.921 asistentes-,menos que a un partido matinal de segunda división, y eso que entre los asistentes se encontraban
Pilar Bardem y
Asunción Balaguer, septuagenarias jubiladas de paseo un domingo invernal.
Méndez, que lejos de criticar al Gobierno
le dedicó elogios, se dirigió también a quienes critican el papel de los sindicatos en la crisis. Los ataques, dijo,
"nos estimulan, nos excitan". En su discurso, las críticas fueron, como se esperaba, para quienes, según ellos, se aprovechan de la crisis: los empresarios.

El nuevo bufón sindicalista, encuentra su vínculo con el público en una confesión implícita:
“Soy una mierda y lo sé bien; y vosotros sois todos una mierda y también lo tenéis claro.”Para el público, esta admisión de una falta de valor compartida, resulta un gran alivio. Los perdona, los alivia de sus responsabilidades sociales. Pero claro, aparte del consuelo que aporta esta infelicidad compartida, este mal de muchos consuelo de tontos, esta afirmación del desprecio que sienten por sí mismos no hace nada para mitigar sus frustraciones, su resentimiento. El bufón sindicalista no hace otra cosa que dar permiso a su público para portarse mal, para derramar su ira sobre quien quiera oírla. Y para aquellos que todavía sienten cierta necesidad de auto-control, el bufón será su representante, soltando esa ira que saca de una reserva infinita en su interior.
El bufón
no aludió a Zapatero pero sí a Aznar,que como todo el mundo sabe, además de ser el culpable de los 5.000.000 de parados, estuvo implicado en la muerte de
Manolete en la plaza de Linares.
Se despidieron y antes de volver al pesebre, el bufón lanzó una advertencia: "
No se saldrán con la suya".
Por dinero baila el perro, le faltó decir.
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