
La izquierda, en la historia de España, nunca ha aceptado que se le gane en las urnas.
Y cuando esto ha sucedido, cuando han perdido las elecciones, han tratado de recuperar en la calle -mediante la violencia, la algarada, las revueltas y la intimidación -, lo que han perdido en las urnas.
Las manifestaciones violentas de la "primavera valenciana", han sido el pistoletazo de salida del estilo de oposición que le espera al PP, más allá del recochineo y el cinismo de Rubalcaba al apelar a una oposición "leal y constructiva".
Al igual que sucedió cuando el Prestige o las manifestaciones del "No a la guerra" , una serie de actos violentos ha hecho irrupción y ocupación de las calles, como partitura a seguir por perroflutas, antisistemas y sindicatos provocado altercados y cortando calles, o como ha sucedido hoy en Barcelona, con cortes en las carreteras y en líneas de ferrocarril, el salto del rectorado de la Universidad o del mismísimo edificio de la Bolsa.
Sabíamos que el uso de la violencia en la calle por la izquierda sería un factor con el que había que contar en estos cuatro años de legislatura de Rajoy.
Estamos ante una absoluta ofensiva de la extrema izquierda que se ha decidido a plantear la "oposición" en las calles, incendiando la convivencia ,crispando y ejerciendo la violencia.
Y ante esta situación, ante este golpismo encubierto, el ejemplo a seguir es el que marcó Margaret Thatcher.

Si echamos un vistazo a la situación del Reino Unido antes de 1979, antes de la victoria electoral de Margaret, el panorama sindical no era muy distinto del que tenemos hoy día en España.
Durante el mandato de la Dama de Hierro, el primer problema grave fue el relacionado con la huelga salvaje de mineros a partir de marzo de 1984.
Ya habían convocado tres huelgas generales, los enfrentamientos con la policía se cobraron decenas de heridos, la violencia indiscriminada se adueñaba de las calles hasta que Thatcher dijo basta, les plantó cara sin ceder un milímetro al chantaje y le infringió al movimiento sindical británico una derrota de la que todavía no se ha recuperado.

CCOO Y UGT planean una huelga general para el próximo 29 de marzo dentro de la campaña de agitpro y violencia tejida desde la extrema izquierda.
Ante esto sólo cabe firmeza, aplicar la ley y que la policía mantenga el orden público dentro de lo que es un Estado de Derecho.
Y no ceder un milímetro.
Ni uno.
natpastor@gmail.com