Reformas estructurales

Comenzaron buscando la efectividad del cambio conceptual a través de la mutación terminológica, haciéndola amable, asumible, sustituyendo aborto por interrupción voluntaria del embarazo. Trampistas; ni es interrupción -sino finalización definitiva-, ni es voluntaria en muchos casos.
Trataron de transformar su configuración jurídica: de delito a derecho.
Derecho privativo de la mujer. El hijo como propiedad de la madre.
Este atrabiliario Gobierno pretende trasladar la idea de que, con la reforma de la Ley del aborto, vela por la causa feminista, de que ofrece una especial defensa y protección a este sexo -ahora convertido en género-, de que logra un avance y un progreso reclamados por la sociedad.
Obvia el sufrimiento de la mujer que se ve abocada al aborto, no estableciendo salidas a su situación, no creando vías de apoyo, que serían lo verdaderamente feminista: hacer todo lo posible para que pueda desarrollar su maternidad.
Obvia la cadena perpetua que supone para la mujer que aborta el horrendo eco de su conciencia.
A falta de argumentos y logros del Ejecutivo de Zapatero en cualquier orden acude de nuevo al recurso ideológico. Busca la interpolación de un abismo infranqueable entre posiciones.
No cabe la aceptación parcial.
Se han lanzado desaforados contra la campaña presentada e impulsada por la Conferencia Episcopal. El ministro Alonso la tacha de demagógica y extremista (¡ay, la viga!) y pregunta si quieren el encarcelamiento de mujeres que aborten (¿ha habido alguno acaso?).
Soria afirma que la Iglesia no sigue el ritmo de la sociedad, esto es, está obsoleta, es rancia y cavernaria.
Lo presentan con la bipolaridad habitual. El aborto ampliado y libre en las primeras catorce semanas es un paso más en la liberación de la mujer, una zancada en el reconocimiento de derechos, propio de Estados modernos y laicos, liberados del yugo eclesiástico.
El rechazo de tal premisa sólo puede producirse desde ideas ultracatólicas, reaccionarias.
Con la Iglesia han topado, sí, pero también con la ciencia. Las investigaciones a través de las nuevas tecnologías han venido a eliminar las dudas sobre el inicio de la vida, que no es otro distinto del mismo de la concepción. Por eso en la argumentación de ambos ministros desaparece el elemento científico, utilizado hasta ahora por los proabortistas.
Por eso la lista de comparecientes como expertos en la Subcomisión estaba amañada. Por eso dirigen su ataque contra la Iglesia. Porque carecen de otra idea (como en otros órdenes) sólida e irrebatible. Demagogos.
Defender la vida no es algo exclusivo de la Iglesia católica, sino inclusivo de otros muchos. Desde aquí nos adherimos y aplaudimos la Declaración de Madrid.
La intención última de Zapatero no es el simple desvío de la atención. Una visión panorámica y global de sus logros permite inferir su deseo de modificar, junto a otras muchas cosas, las relaciones paterno-filiales. Con el aborto entendido como derecho de la mujer, devienen en relaciones materno-filiales, dado que el padre desaparece, aunque entrará en consideración de nuevo como eventual paganini. Con Epc, trata de adueñarse de la formación moral de las nuevas generaciones. Con la permisividad del aborto de niñas/mujeres de 16 años sin conocimiento de sus progenitores, sustrae esa parcela de la patria potestad a éstos en beneficio del Estado.
Se trata de introducir el Estado hasta los rincones más recónditos del individuo y de la familia, alienar al ser y al núcleo social más primario. Se trata de implantar un totalitarismo solapado, disfrazado de derechos y libertades.
Éstas son las reformas estructurales del Gobierno de Zapatero.

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