Tal para cual

Cuando se extendió públicamente la noticia de los miles de abortos que se estaban practicando en clínicas privadas -muchos de ellos ilegales- el candidato socialista a presidir la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, no perdió ni un segundo y declaró que la sanidad andaluza "fomentaría" los abortos para que toda mujer que quisiera ejercer este derecho pudiera hacerlo.
Tan acostumbrado está a vulnerar sistemáticamente la legalidad que la letra y el espíritu de las normas hasta los desconoce o, peor incluso, los obvia, manifiestándolo abiertamente que para eso él es un ser superior e impune y siempre hay segundas e inferiores filas que carguen con las condenas a la Junta.
El aborto no es ningún derecho, es un delito despenalizado en sólo tres supuestos. Menos aún un derecho privativo de la mujer; el anzuelo feminista no cabe en esta cuestión. Planteándolo como hipótesis de reconocimiento de un derecho femenino, el derecho a decidir sobre la vida del hijo, ¿por qué no establecerlo sin limitación temporal?. La madre que se sienta avergonzada por su vástago, o que sufra daños físicos o psicológicos por su existencia debería tener también la potestad de decidir si pone fin al suplicio. Puestos a abogar por el culto a la guadaña..., ¡derechos amplios!, ¡libertades máximas!, ¡seamos progresistas de verdad!, por favor.
Rectificó el término empleado, "fomentar" por "facilitar", de modo casi inmediato, pero el incontrolable y delator subconsciente se había impuesto. Ahí está el SAS (Servicio Andaluz de Salud), por orden de Chaves, buscando sicarios con bata blanca dispuestos a perpetrar abortos a cambio de un incentivo ensangrentado que asciende a la vil cuantificación del precio de una vida en 240 miserables euros. Pero no los encuentra. Él está hecho a ocasionar la muerte civil de quien perturba su paz, sin embargo, médicos vocacionales no acostumbrables a muertes físicas a cambio de sucio dinero frustran su deseo y costumbre de abonar con fondos públicos todo aquello que, por estomagante que sea, se propone.
Chaves ha salido del armario del socialismo que cerró González para llenar con su radical contenido todo el territorio andaluz. Por eso es el primero, más dispuesto y más empeñado adalid de las propuestas del candidato socialista en las generales. Su último anuncio es la eliminación de las capillas de los centros sanitarios públicos. Es genial este ser que somete a espionaje al ciudadano que no se pliega a sus fines, que promete y lanza incesantemente mentiras premeditadas, que convierte al contribuyente en pagador de sueldos de familia, amigos y portadores de carnet rosáceo incapacitados para desarrollar tareas en el ámbito privado, que tiene sometida a Andalucía al miedo de las represalias; liberticida sin límite, cacique de medio pelo y total cabeza que en más de dos décadas sigue teniendo a la comunidad andaluza en los primeros puestos de toda clasificación negativa y en los últimos de cualquiera positiva. El progreso en sí mismo, vota PSOE.
Desde que Zapatero llegó a la Presidencia del Gobierno está en su salsa, salsa soviética. Se compenetran a la perfección. De hecho es el único superviviente del huracán Rodríguez que ha defenestrado a los antiguos -para él viejos- socialistas. Ambos carecen de la integridad y condición necesarias para ejercer los cargos que ostentan. Zapatero, como Presidente del Gobierno, ha tenido la cobardía e indecencia de no aparecer en el Congreso de Víctimas del Terrorismo. El partido y sus ideas están por encima y por delante de los ciudadanos, que deben reducir su actividad a pagar impuestos, votar y callar. Y sólo si son socialistas obedientes y entregados a la causa podrán aspirar a otras opciones.
natpastor@gmail.com