lunes, octubre 29, 2007

Bruno

Massimo Peratti tenía setenta años, y falleció hace un mes a causa de un derrame cerebral.
Era ebanista y restaurador en su pequeño taller de Piazza Navona y trabajaba por encargo.
Lo conocí cuando le lleve un escritorio de mi padre para restaurar, y a partir de ese momento surgió una amistad que se consolidaba entre "expressos", charlas sobre "jazz", literatura y viajes.
Por que Massimo había sido marino mercante y surcó mares a bordo de un carguero antes de descubrir su pasión por el arte, la restauración y de conocer a Gabriela, el amor de su vida.
Habian convivido casi cuarenta años juntos, hasta que un cáncer se la llevó a la tumba un año antes de que Massimo la acompañara.
No tuvieron hijos y vivian el uno para el otro, acompañados de un "cocker" de mirada profunda que les seguía a todas partes.
El dia que Massimo murió, me llamaron a la oficina desde la cafetería donde casi a diario teniamos nuestra charla que era algo así, como un ritual bizantino. Llegué al tanatorio y allí estaban los clásicos de ese micromundo que es Piazza Navona; Beppe, el vendedor de prensa, Antonio, un funcionario del Ministerio de Justicia, fanático de la Roma y de Virna Lisi,... arrinconados junto a un ficus, fumando a escondidas y esperando.
No tenía familiares Massimo. Su único hermano vivía en Módena y apenas podía moverse en su silla de ruedas.
De repente alguien hizó la pregunta; ¿Y el perro?.
Por que "Bruno", que así se llama el "cocker", a parte de ser casi un anciano, se quedaba sólo en el mundo, con su mirada profunda y su andar tambaleante.
- Yo me quedo con él.
Lo dije como una afirmación de solidaridad no sólo con el animal, si no conmigo mismo, como si tuviese la certeza de que eso hubiese sido lo dispuesto por Massimo.
Desde ese dia, "Bruno" vive en mi casa.
Sale a recibirme con su andar cansino cada vez que oye la llave en la cerradura, y mueve el rabo con una sincronización pausada a los ladridos que emite.
Cuando vamos a la cafetería de "Piazza Navona", se queda mirando muy fijamente al taller donde trabajaba Massimo. No aparta la mirada, como esperando que de un momento a otro, aparezca su viejo amo dando palmetadas al aire.
A la vuelta, camina con aire triste, volviendo la vista atras, pesaroso y resignado.
Me mira con sus ojos negros y profundos, y lo entiendo todo.
La vida misma.

gutisiempre@hotmail.com

15 comentarios:

Irene Adler dijo...

Es de las cosas más bellas que he leido en mucho tiempo,Guti.
Todavía tengo lágrimas en los ojos.
Un besito.

Anónimo dijo...

Acojonante, Guti.

Julio Andradas dijo...

Te has superado,gutiforever.Me quito el sombrero.

Sempietnos dijo...

Que decirte,amigo mio,...
Sublime.

Martha Colmenares dijo...

HOLA A TODOS:
Estoy haciendo un copy paste con todos los amigos para ganar tiempo. Disculpen si es off Topic. Lady Vorzheva me envió un correo para avisarme de una inenarrable tortura a un monje birmano. No se cómo pude trabajarla en mi blog, del impacto que me ha causado, les paso en link, para que entre todos hagamos algo. No tienen que poner mi link, solo tomar la foto o no se qué, pero hacer algo. Hay que denunciarlo ya que los medios no lo hacen.
Un abrazo Martha Colmenares
http://www.marthacolmenares.com/2007/10/29/bestial-tortura-a-un-monje-birmano-fotos/

el escritor escondido dijo...

Bruno ha tenido suerte. Es una adopción en toda regla. Bonita historia. Felicidades Guti.

Anónimo dijo...

Una entrada maravillosa Gutiforever.
De verdad,que me ha emocionado.
Un saludo.

Claudedeu dijo...

Cago en diez, guti, casi me haces llorar. Servidor también tiene un cocker spaniel, hembra, y es la alegría de la huerta. No sé que sería de esta casa sin ella.

Anónimo dijo...

Impresionante,gutiforever.
He leido tu post dos veces,y me he puesto a llorar.
Como estoy en la oficina,y una compañera me ha visto,ha venido a preguntarme y también se le han saltado las lágrimas al leerlo.
Un besazo.

Butzer dijo...

Bonito post. Siempre me han gustado los perros, son realmente muy buenas mascotas y muy fieles a sus dueños. Perdiste un amigo, y has ganado a otro.
Saludos.

Natalia Pastor dijo...

Yo también lo entiendo todo, Gutiforever. Quien mira triste y espera una aparición soy yo, la de mi perro: su recibimiento, sus muestras de alegría por un paseo o una manzana, sus carreras...
Afortunado Bruno y afortunado tú. Un perro es capaz de conmover hasta a Guti.

Anónimo dijo...

bonito post.
Vedo che hai davvero fortuna a vivere a Roma...

Anónimo dijo...

Un post maravilloso, gutiforever.

Enrique Baltanás dijo...

¿Qué puedo añadir yo? Que (me) sumo y multiplico. Gracias por la historia.

Anónimo dijo...

Maravilloso,Guti.
Me he emocionado con la historia,como hacía tiempo que no me sucedía.
Gracias y un abrazo.