Limoncello

Hace un calor sofocante en Roma,que uno mitiga en horario vespertino con el aire acondicionado a toda máquina,y limoncello helado.
Estas tardes de Julio,en el palazzo de mi amigo Paolo Blaschi(un solterón,hijo único,que vive rodeado de tres mil volúmenes en su biblioteca que harían las delicias de Enrique Baltanás ),nos amodorramos frente a la televisión de plasma viendo el Tour.
Uno recuerda aquellas tardes con los amagos,derrapes y escapadas de Perico Delgado,las exhibiciones de Indurain,mientras hacías la digestión del gazpacho,como parte indeleble de lo que todo buen verano que se precie debe tener: siesta entre bicicletas.
Pero el Tour ha cambiado tanto,que los gabachos son ahora cazadores de "yonkis",que es en lo que se han convertido los ciclistas.
Ahora, cuando uno ve el pelotón entre cabezada y cabezada, no vislumbra a un grupo de sufridos atletas dejándose los higadillos sobre el asfalto, si no a un grupo de drogatas que traicionan el espíritu del deporte,nuestra siesta y los recuerdos de tantos y tantos veranos memorables.
Ayer,la organización del Tour ha tomado una decisión sin precedentes y ha decidido que la etapa de hoy transcurra sin líder después de la exclusión de Michael Rasmussen (Rabobank).
Los ciclistas van cayendo como chinches,como pastilleros a la salida de una discoteca un viernes noche,mientras asistimos atónitos con el limoncello en la mano a una farsa de tal calibre,que te cabrea y decepciona a partes iguales.
Yo no sé si cualquier tiempo pasado fue mejor;pero yo añoro a Perico y a Miguelón.