Rezad lo que sepais

Hay camisetas que acojonan sólo con verlas.
El escudo, el palmarés, los campeonatos del mundo, la gloria conseguida. Se siente uno como el infeliz que espera su turno en Gladiator para salir a la arena del coliseo, y oye el murmullo, el rugido de la grada y sabe lo que le espera; al final se mea encima de miedo.
Por que el domingo, España se juega el pase a semifinales ante la squadra azzurra, ante el campeón del mundo . Un equipo, al que en ochenta y ocho años, España sólo ha podido ganarle una vez en competición oficial.
Y como si fuera un exorcismo, desde la milonga prisaica del ¡podemos! a rescatar el fantasma de Luis Enrique y el codazo de Tassotti, la sensación que se palpa es el acojone.
Se huele que el "tiki-taka" no vale cuando se juega frente a tipos que entienden el fútbol como Massimo Decimo Meridio entendía la lucha; sólo puede quedar uno, y ese soy yo.
Y desde Manolo el del bombo, pasando por toda la parafernalia de Paquito El Chocolatero, el tricornio de la Guardia Civil, los travestidos de flamenca que gritan ¡¡España,España!!, los nenes de la beca de Erasmus, la pandilla de amigotes del kalimocho que se han acercado a Viena, todos, absolutamente todos, sentiran el frio, el hielo en la garganta cuando Buffon, Luca Toni o Ambrosini entonen el Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia) a pleno pulmón.
Y no es la haka de Nueva Zelanda, ni la llamada de los centuriones. Es sólo el despertador que te dice que ha llegado tu hora, que ya no valen excusas, que esta es la batalla de verdad, el momento decisivo.
Por eso, chicos, rezad lo que sepais.

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