Trasvase semántico

Aludía José Bono hoy, en su discurso inaugural de la IX Legislatura, a las Cámaras como sede para el debate de ideas; lugar donde dialogar, parlamentar, hablar y escuchar. Las palabras como instrumento de trabajo de los políticos; los políticos parlamentarios como representantes del pueblo soberano.
No es la primera vez que me refiero a la importancia del léxico, de su empleo, de la semántica. Bajo el significante subyacen ideas, conceptos. Los demagogos utilizan los significantes para retorcer, tergiversar, adulterar o modificar las ideas, logrando así manipular y dominar bien el entendimiento, bien el sentimiento, o ambos.
Los sedicentes representantes de los ciudadanos excluyen de su representación a quienes llamamos al pan, pan; al vino, vino; a la recesión, recesión; a la crisis, crisis; al trasvase, trasvase. Y así, se justifica en su ruin demagogia el flamante portavoz socialista, Alonso, restando o eliminando la trascendencia de llamar a las cosas por su nombre. Con absoluto descaro, niega que pasar agua de un lugar a otro sea trasvasar y, por tanto, que la acción de trasvasar constituya un trasvase, haciéndose depender tal noción del elemento cuantificador: si no afecta al caudal del río, no es trasvase, sino colocación de tuberías; algo similar a la obra -que no era obra- de Bermejo en su vivienda, pero al aire libre.
Del mismo modo, Solbes, superado ya por la realidad el engaño de que la economía española no sufre vaivén alguno -tan rentable para las elecciones-, trata de seguir con su mendaz diagnóstico y descripción de la situación, hablando de desaceleración cuando debería decir recesión económica.
Y suma y sigue. Porque la transformación de la realidad también se puede pretender vía imagen. Mensaje enviado con el nombramiento de Chacón como ministra de Defensa: el Ejército no es el Cuerpo que deba proteger y defender a los españoles, con Zapatero se convierte en un grupo de personas que se dedicarán a labores pacifistas dado que la guerra no existe, eso sólo queda para los carcamales cavernarios y para los fascistas intolerantes; como tampoco es necesario que asegure la unidad nacional, puesto que somos varias naciones y así hay que aceptarlo. Por cierto, ¿tanto le aburría a doña Carme el discurso monclovita de SM -por sabido- que no pudo mantener los párpados abiertos, o es que había pasado mala noche?.
¿A qué Legislatura tenemos que esperar para que los representantes no representen sólo a quienes tratan de engañar a los demás?.

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