Izquierda sectaria

Hay quienes, sin elegirlo, sufren intolerancia a la lactosa, al germen de los cereales, al frío.... La izquierda, desde la histórica, pasando por la radical zapateresca y llegando a los ultrarradicales, hacen padecer a los demás su intolerancia a la diferencia bien de ideas, bien de opinión, bien de lo que sea. Aplican su sectarismo intentando lograr el estrangulamiento o asfixia del disidente.

El gobierno Zapatero ha dado, en varias ocasiones ya, buena prueba de ello.
La última se ha producido en los Presupuestos Generales, en el reparto de financiación entre las CCAA. De tal suerte que las gobernadas por su enemigo político han sido sometidas a un voraz recorte, en favor de las dirigidas por socialistas.
Se trata de un bloqueo financiero que ponga en pie de guerra a los administrados, por falta de servicios y prestaciones. Y es que, a pesar de habernos hecho sentir aversión a la palabra solidaridad, el Psoe, no cree en ella, salvo en su estricta aplicación entre socialistas o, en su defecto, nacionalistas.
A Zapatero no le importan los ciudadanos de las comunidades populares, ni siquiera los que han votado a su partido; la prioridad es asfixiar al gobierno de signo contrario, enviando el mensaje de: a los míos, todo; a los otros, nada; así que votad en consecuencia.
Tampoco le importa perjudicar al país, haciendo enemigos internacionales cada vez que abre su boquita.
Así, si hubiera un eventual conflicto con Rusia, el culpable sería Estados Unidos, of course, más concretamente McCain; con Obama es impensable tal eventualidad.
No sabe lo que es la Guerra Fría, ni sabe hacer política internacional, y su sectarismo le lleva a obviar las actuaciones de Putin -apoyadas por Chávez-, porque para eso son de izquierdas.
Ese sectarismo se columbra también en esas organizaciones seudopolíticas, sanguijuelas del erario público, que no dudan en utilizar a los trabajadores como batallones de presión y acoso, siempre y cuando se trate de gobiernos no de izquierdas: los sindicatos.
Han permanecido largo tiempo, una vez garantizado el cobro de su enjundiosa prebenda, como los monos: ciegos, sordos, mudos .
Afirman que no hay motivos para manifestación ni huelga alguna. Más de 3.100 parados al día y ninguna acción gubernamental para evitarlo es, sin duda, insuficiente. Dicen que bastante hay ya como para alterar la paz social y exculpan al Gobierno.
Pero en la comunidad de Madrid, debe reinar la guerra social. Allí, las hordas sindicalistas actúan violentamente -de palabra y acción- contra el Consejero de salud y la Policía, mientras boicotean las instalaciones de los hospitales.
No importa poner en riesgo la vida de los enfermos, porque la prioridad es hacérselo pasar mal a los fascistas populares hasta su asfixia y derrocamiento. También en Sevilla, donde a las increpaciones, insultos y deseos de envío al paredón a Zoido han quedado en poco ante la aparición de pintadas en las sedes de su partido, por parte de esa izquierda pacifista y pacífica, al más puro estilo etarra: diana con mensaje.
El tercer eslabón lo constituyen los medios de incomunicación. Esos infalibles think makers que cuentan la historia como les pete y no dudan en alterar e incluso inventar según convenga. Y no limitan su sectarismo a la política, está presente en cualquier orden. Si no, que le pregunten por la persecución y descrédito permanentes a José Luís Garci, pongo por caso, que no único. Eliminan a cualquiera que discrepe de la línea oficial, del imperativo categórico de la izquierda; a cualquiera que ose denunciar abusos contra o usurpaciones de libertad, derechos, bienes. Sectarismo totalitario, liquidación y aniquilamiento del oponente. Esto es la izquierda.


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