sábado, octubre 21, 2006

Matemática de la lengua

No sé por qué reciben tan distinto trato las cifras y las letras. Todo el mundo acepta el axioma 2+2=4 (salvo en Exactas), sin entrar a debatir alternativa o modificación alguna; sin embargo con las palabras no sucede lo mismo.
Ciertamente vivimos en la era de la tecnología, se considera prioritario, lo más útil, lo que nos permite evolucionar a velocidad crucero. Esto se traslada a la parcela educativa, llegándose incluso a plantear la eliminación en los planes de estudio de materias como el Latín, la Filosofía, y otras disciplinas de Humanidades. No se suprimen, pero su estudio se ve muy mermado. Sin Humanidades, el ser humano se forma de manera incompleta, queda robotizado y condicionado por la exactitud de las ciencias, desapareciendo -al menos parcialmente- aspectos como el sentido común, la reflexión, la importancia de las palabras, de la correcta comunicación, de las ideas, de la oratoria, etc., por ser considerados algo espiritual y poco práctico. ¡Qué inmensa equivocación!.
Así llegamos a una sociedad en la que en el lenguaje lo importante es que sea políticamente correcto -según los cánones establecidos por los políticos-, aunque se salten las normas gramaticales y se llegue al absurdo: está peor visto decir sólo "ciudadanos", que insultar al otro. Y lo peor de todo es que se vapulea, se modifica arbitrariamente, se retuerce y manipula el significado de las palabras. Una silla, es una silla, no un taburete, ni un sillón, ni una butaca, ni un sofá; esta diversidad de términos, responde a otra diversidad de conceptos, de realidades. Es una aberración justificar que da lo mismo una palabra que otra pues, al fin y al cabo, todos sirven para tomar asiento; aplicando la misma lógica, también podríamos incluir el suelo o una mesa. No, la lengua merece tener axiomas como las Matemáticas.
La perversión del lenguaje se extiende entre la clase política como un incendio. Zapatero considera que Nación es un concepto discutido y discutible. ¡No señor!, no lo es; está perfectamente definido y delimitado en su significado y debe resultar tan rotundo e indiscutible como que 2+2=4. Del mismo modo se reinterpreta el significado de la palabra matrimonio, incluyendo realidades distintas de las contenidas en el concepto. Y suma y sigue. ¿A qué responde esta sutil y lenta erosión y destrucción del lenguaje?; precisamente a que bajo las palabras, hay conceptos, ideas, realidades. Creando confusión en el lenguaje, se consigue confusión conceptual, ya no se sabe qué es qué; se pierde claridad en las ideas, que ocasiona relativización. Al final da lo mismo silla, que butaca, que sillón,... todos sirven para sentarse en ellos.
No podemos permitir que se siga destrozando la lengua del modo en que se está haciendo, tanto en el significante como en el significado de las palabras -no entremos en Gramática o Sintaxis-. Y es fundamental cultivar el espíritu, aunque sea poco práctico para algunos, porque evita al ser humano su propia degradación, impide que sea manipulado, desarrolla su espíritu crítico, y le lleva a tener una claridad absoluta sobre lo que es cada realidad, cada idea,...cada palabra.

1 comentario:

GFO dijo...

La perversión del lenguaje,tiene su máximo exponente en Zapatero y en sus mariachis mediáticos.
Señalaba el otro dia Isabel San Sebastian en un magnífico artículo en "El Mundo",como mediante la artimaña de repetir machaconamente una palabra,como la gota malaya,esta acaba pudriendo el concepto.
A saber;cuando se dice talante,en realidad es pura cobardia;cuando se habla de proceso de paz,en realidad es rendición y claudicación;cuando se evoca el derecho a elegir,en realidad esta enmascarando la autodeterminación.
Trilerismo en estado puro.
Y eso,que pensabamos que los trileros eran "Arfonzo" y Mister X.....